No sé si alguien a parte de mí lo haya pensado pero parece que desde la globalización (hace ya algunas décadas) todo se tiene que ver igual… y también tenemos que pensar y actuar igual, porque lo que se sale del molde no va bien. ¿Recuerdan que hace poco les escribí la presión social que vivimos las nutriólogas para vernos delgadas y comiendo rábanos todo el tiempo?, pues también pasa con las mujeres que trabajan de hostess, qué hasta donde yo sé sus funciones empatarían más con la amabilidad u otras cualidades como facilidad de palabra o actitud de servicio, pero no, vale más que sean bonitas, o al menos delgadas.
No entiendo porque si somos el primer lugar en obesidad en el mundo, por qué los ideales tienen que verse de tal manera y nosotros cuidamos menos nuestra salud.
Si bien para mí la obesidad siempre tiene un trasfondo que hay que atender, también me queda muy claro que no es fácil. Porque de inicio es encajar en una sociedad que es de una manera, se ve de una manera y quiere ser y verse de otra. Esto va mucho más allá de la salud y la decisión personal porque hay cultura impregnada por doquier.
Está mal ser gordo, pero moreno, pero chaparrito, pero indígena, pero chairo, pero pobre… ¿y entonces? Rechazamos lo que somos para aspirar a algo que es naturalmente imposible.
Hoy la diferencia de clases es cada vez mayor, y eso de que “los pobres quieren ser pobres” no me la compro del todo, pero hay algunas condiciones que podrían favorecer el cambio, pero si el moreno no quiere ser moreno, ni cómo hacerle (y si no vean a Michael).
Hace siglos las mujeres se disfrazaban de hombres porque estaban cazadas con sus ideales y para alcanzarlos tenían que parecer algo que era. Se vestían de hombres para poder ir a la escuela o para poder ser visibles, pero nunca rechazaron lo que eran.
Hoy nos disfrazamos de otras cosas, hoy el mexicano no ahorra porque nos han vendido la idea de “como te ven te tratan”, porque “hay que vivir el hoy” (y sí, también, pero hay que pensar a futuro también). Lo que quiero decir es que vivimos en una sociedad que ya no razona, no entiende el YOLO como disfrutar la vida y ser consciente de nuestras acciones, lo entiende como vivir el momento siendo un eterno adolescente y jamás madurar. Entendemos que lo urgente es lo importante y nos olvidamos de lo esencial.
Volviendo al punto, la salud es esencial, cómo nos vemos es secundario, pero eso se ha confundido un poco. Muchos de mis amigos, conocidos o incluso pacientes creen que no importa el colesterol alto porque no se ve, no van a su antígeno prostático o a sus chequeos ginecológicos o se vacunan porque no ven el beneficio, supongo que algo similar pasa con la terapia psicológica, no es necesario porque no se ve; pero lo que no se ve sí importa, sí impacta, sí es parte de nosotros y cuando se ve es porque hemos hecho un buen o mal trabajo detrás de ello.
La obesidad sí se ve, y eso nos lleva a la contraparte, queremos ser perfectos y eso nos han dicho que es un cuerpo delgado (entre otras miles de exigencias), pero por otro lado no nos importa subir 1 o 3 o 10 kilitos porque todos nos vemos igual, y entonces llegamos a altos costos en salud, al riesgo incrementado de las principales causas de muerte en nuestro país: Diabetes, Hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares y cáncer, todas relacionadas con la obesidad de una u otra manera.
Entonces, nos importa cómo nos ven los demás, pero cuando el otro está igual que yo bien o mal, ¿importa menos? La respuesta debería ser no, pero es esta sociedad que nos lleva a ver el otro antes que a nosotros mismos.
¿Cómo empezar? Difícil pregunta, pero empezar por uno mismo siempre será el mejor camino, quizá no fácil, pero sí el mejor, en la medida en la que nos conozcamos, nos autovaloraremos más y seremos más conscientes de lo importante para cada uno. De esta manera dejaremos de culpar a la sociedad, al gobierno, al servicio de salud, a los medios de comunicación y a la vecina de nuestras buenas o malas decisiones y quizá, seremos más felices. Pero quizá también dejaremos de discriminar al otro por su aspecto y en un mundo ideal dejaremos de estigmatizar la obesidad sin dejar de atenderla.
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