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Sin calorías y saludable… no son sinónimos

La nota de esta semana la haré lo más corta posible, sólo para puntualizar que lo que no tiene calorías no es libre, ni es “invisible” para el cuerpo, ni es equivalente a saludable, como en el caso de los edulcorantes.

Desde el siglo XVII se sabía que el consumo excesivo de azúcar era causante de distintas enfermedades, aunado a la escasez de la segunda guerra mundial y los cambios en la estética de la mujer hacia una figura más delgada, se dio un auge en la creación de sustitutos del azúcar.

Sumado a lo anterior los edulcorantes fueron creados para las necesidades de determinado tipo de personas y han sido muy bien explotados por la industria alimentaria, y no digo que esté mal, pero de nuevo… no es para todos. Siempre se debe evaluar el costo beneficio de nuestras decisiones, y nuestros hábitos de consumo no son la excepción.

Los edulcorantes se pueden utilizar como una herramienta para educar a los pacientes que tienen un consumo excesivo de azúcar o para disminuir la ingesta calórica, pero no se deben usar de manera indiscriminada.

Distribución, metabolismo y absorción son las características que consideran para regular los edulcorantes, son aceptados aquellos que no tienen efecto adverso observable, que dividido entre 100 nos da lo que se conoce como factor de seguridad, de donde se calcula la ingesta diaria admisible (expresada en mg por kg de peso corporal). Hay 2 principales grupos de edulcorantes: los naturales o nutritivos y los artificiales o no nutritivos.

El primero de los artificiales, fue la sacarina (descubierta por Fahberg en 1879 en Estados Unidos) que se incluyó en la alimentación de los pacientes con diabetes. Otro muy conocido es la sucralosa (1976) que endulza entre 500 y 700 veces más que el azúcar. Es muy utilizado por la industria de alimentos por su alta solubilidad en agua y por su estabilidad; cabe mencionar que prácticamente no es absorbido por el intestino, pero sí puede tener efecto en la microbiota.

El consumo de algunos de ellos como la sacarina y el ciclamato de sodio se han relacionado con la aparición de algunos tipos de cáncer, como de estómago, riñón o de endometrio, pero no hay nada contundente. Sin embargo el ciclamato y su toxicidad sí están evidenciados por lo que se prohibió para su consumo humano por la Food and Drugs Administration (FDA), un organismo regulador en Estados Unidos.

Otros estudios han demostrado que los edulcorantes, si bien reducen la ingesta calórica a corto plazo, tienen efectos en la ganancia de peso corporal o incremento de grasa corporal total a largo plazo por varias razones, entre ellas su efecto en el hipotálamo y la compensación calórica por parte de sus consumidores. Lo anterior está más relacionado con los edulcorantes artificiales que con los naturales.

Importante considerar que los edulcorantes no producen el efecto de saciedad que tiene la glucosa, por lo que la señal que le llega al cerebro es pequeña y transitoria.

También se ha estudiado su efecto en etapas específicas de la vida, como el embarazo (en el que además no se aconseja la pérdida de peso) y la lactancia. En el embarazo de debe evitar el consumo de ciclamato, sacarina y hoja cruda de stevia. El resto de los edulcorantes no calóricos aprobados para su consumo se debe ingerir de manera moderada. Algunos como el acesulfame-K, la sacarina y la sucralosa son detectables en la leche materna, lo que no ocurre con el aspartame.

El tema de los edulcorantes es muy amplio, pero en la actualidad los más seguros para su consumo son aquellos de origen natural, como la fruta del Monje o la stevia (no cruda), pero en el mercado es importante verificar que no estén mezclados con otros edulcorantes artificiales u otros ingredientes.

Otro alimento que comúnmente se asocia a “libre consumo” es el agua mineral, que si bien puede o no estar endulzado o tener o no calorías, no es libre, el consumo de bebidas carbonatadas de manera habitual se asocia a procesos inflamatorios.

Recordemos que ninguno de los alimentos es saludable o no por sí mismo, es la frecuencia, la cantidad y el conjunto de factores lo que harán que nosotros seamos o no personas saludables.

Recuerda que el nutriólogo es la persona especializada para orientarte respecto a los alimentos que son más convenientes y adecuados para ti. Recuerda que no todo son las calorías, la  cantidad importa, pero la calidad también. ¿Te gustó la nota?, ¿ya conocías estos datos?, te leo…

 

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