Siempre les he dicho que la nutrición busca primordialmente prevenir, pero como no todos tenemos esta cultura, les hablaré del impacto que tiene, específicamente en la piel, nuestro estado de nutrición.
Si bien parece que los problemas de desnutrición ya están erradicados no es del todo cierto, ahora el sobrepeso y la obesidad, aunado a la anorexia y la desnutrición en zonas marginadas convergen en una variedad de diagnósticos nutricionales. Es decir, se puede estar “desnutrido y con sobrepeso”, pero regresando al punto, la desnutrición proteica altera la producción de colágeno y la formación de tejido conectivo, es decir la piel envejece aun más y más rápido, si nos falta proteína no hay manera de que ninguna crema nos salve de las arrugas y la flacidez.
La piel, el cabello y las uñas son estructuras de recambio celular constante y por ello tienen necesidades importantes de aminoácidos (las pequeñas partes que conforman las proteínas), por lo que se ven afectadas de manera más evidente que otras partes del cuerpo.
Una de las vitaminas más “de moda” en la actualidad es la vitamina C, y en este caso es necesaria para llevar a cabo la hidroxilación del procolágeno, lo que significa que sin esta vitamina en cantidades suficientes, no hay reparación celular, no hay cicatrización, ni sanan las heridas.
Una gran parte del zinc de nuestro cuerpo se encuentra en la epidermis (la capa más externa de la piel), el cabello y las uñas y es fundamental para la síntesis de queratina y de los ácidos grasos esenciales (necesario para la movilización de la vitamina A), además de protegernos de los radicales libres. La vitamina A es precursora del ácido retinoico, el cual regula la diferenciación celular en distintos órganos y tejidos, entre ellos la piel, en la que también estimula la síntesis de colágeno.
Algunos de los micronutrimentos relacionados con la salud del cabello son: zinc, magnesio, vitamina B12 y ácido fólico principalmente.
Traducción: ¿qué se necesita para nutrir adecuadamente la piel? Una dieta completa y balanceada, que incluya grasas mono y poliinsaturadas (las cuales se encuentran en las oleaginosas, los aceites vegetales como el de olivo y el aguacate), frutas, verduras y cereales integrales que nos aporten los minerales antes mencionados y agua, vitamina C en toda la variedad de cítricos como la famosa naranja, pero el limón, la guayaba, la piña… (si vives en México no hay pretexto). El magnesio y el zinc se encuentran principalmente en oleaginosas y en cereales de grano entero y la vitamina B12 en alimentos de origen animal, así que como podrás ver, la mejor alimentación es la que no restringe alimentos, si no que mantiene un equilibrio entre calidad y cantidad. Y no olvidemos el agua suficiente para estar hidratados y ayudar al cuerpo a trabajar en óptimas condiciones para depurar las toxinas a través de nuestro hígado y riñones (principalmente).
La cantidad específica para ti depende de tu edad, tu estado fisiológico y tu estilo de vida (entre muchos otros aspectos) por lo que acudir con el nutriólogo es indispensable para calcular tus requerimientos.
Comer bien se siente bien y se ve mejor. Invierte en alimentación para no tener que comprar cremas y remedios carísimos. ¿Te gustó esta nota? Te leo.
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